Hay quienes empiezan a comentar que habrá algunos cuitlahuistas que tendrán que empezar a rendir cuentas o a presentar cuentas claras al menos del manejo que tuvieron durante la presente administración, ya que la tolerancia a la corrupción es cero.
Entre ellos, este jueves comenzó circular fuertemente la versión de que uno de ellos que será revisado hasta bajo la lupa y en la última piedra de la Cuenca del Papaloapan, por aquello de los códigos y mapas del tesoro que se encuentren enterrados en la zona, es al ex secretario de Gobierno.
Y es que resulta que las versiones hablan de la reaparición de Eric Cisneros. Quien fuera poderoso funcionario estatal el encargado de la política interna en este gobierno y de muchas otras tareas, temido por algunos, llegó a Veracruz, según esto, procedente de Yucatán donde, presume, ganó Morena gracias a su operación política y por lo que, dicho por éste, se irá de aquí sin cola que le pisen.
Cisneros aplicó en muchos casos, notarios públicos, alcaldes, funcionarios menores y hasta líderes sindicales y empresariales la “ley del garrote” lo que lo hizo mantenerlos a raya o demasiada influencia sobre estos y presumir así su control político.
Pero luego de su aparición ha trascendido que este personaje la tiene sentenciada en Veracruz –que se interprete por quién o quiénes- ya que aquí en el estado fue donde dejó una estela de corrupción y compromisos políticos, económicos y negocios al por mayor que delatan la cuchara grande con la que se sirvió durante la actual administración y donde nunca le pusieron límites ni un alto por lo menos.
Lo que es cierto, y debería tenerle bien presente el ex funcionario, no darlo por descartado, es la cantidad de detractores, enemigos de todo tipo -y de baja ralea- que dejó gracias a la forma de gobernar, para muchos un tipo de represión que ejerció en muchos sectores para hacer valer su poderío, incluyendo temas y nexos escabrosos con gente innombrable.
Está claro que la nueva jefa política del estado a partir del 1 de diciembre, una vez recontados los votos en cada distrito de la entidad, lo tiene en el radar sin contemplación porque al mencionarlo no tiene otro sinónimo que el de la traición.
Así las cosas, una vez mansas las aguas, las facturas para el temido “Bola ocho” y secuaces serán cobradas en su momento. La traición en política se paga con el destierro o con la desaparición del mapa político.
Y es que después de sentirse bendecido por su patrono de cabecera, el Cristo Negro de Otatitlán, ahora trascienden algunas versiones que refieren la existencia de caballos pura sangre, fraccionamientos, cuentas en paraísos fiscales, vehículos de alta gama, ranchos y hasta prestigiados prestanombres quienes en su racha de gloria lo protegieron.
Se sabe que algunos que fueron “apretados” en su momento, y al sentirse liberados del yugo desde la posición dos del gobierno estatal, ya comienzan –solitos- a detallar todas las formas en que fueron sometidos según ellos y a pregonar que quien fuera carnicero y de los más sanguinarios hoy -y no mañana- podría ser la res.
No hay que olvidar que Cisneros Burgos no es nada tonto. Su habilidad política y con la operación de la que presume puede buscar “salvar el pellejo” pero en el equipo del nuevo gobierno, si es cierto, que quiere transparencia, cero corrupción, y cuidar la imagen que tanto se desgastó en la campaña, deberán entonces, poner oídos sordos al “canto de la sirena negra”.
EL RECUENTO CONTRAPRODUCENTE. Si bien el conteo de casillas fue para esclarecer algunas posibles irregularidades en los comicios del pasado domingo, el margen o la brecha entre uno y otro participante, tanto a nivel nacional como en la mayoría de los estados, por ejemplo, Veracruz, se amplió más, por lo que algunos comentarios fueron que ya ahí le pararan pues la ventaja se estaba acrecentando.
Como dicen por ahí en el refrán popular: Salió más caro el caldo que las albóndigas. Por un lado, la candidata presidencial o electa que acrecentó su brecha frente a la panista y aliada con el PRI y PRD, Xóchitl Gálvez al arañar la primera, casi 36 millones de votos.
En Veracruz, la candidata de Morena, Rocío Nahle superó los 2 millones de votos, y la oposición insistió en ver moros con trinchetes al querer impugnar e irse a los tribunales, cuando no tienen prácticamente nada que hacer, más que el ridículo.
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