Llegó la hora del cambio. La descomposición acelerada del tejido social, de la convivencia, se conjuga con la arrogancia fatídica y el distanciamiento social entre autoridades (es un decir) y sociedad.
La paz de México está en juego.
La elección del 2 de junio cambia. Se convierte rápidamente en otro plebiscito: convertir al país completo en Guerrero o intentar juntos recuperar la paz.
Guerrero: tumor que se convierte en metástasis y se expande mortal por todo el cuerpo social del país.
Guerrero, lugar sin ley, pero sí con autoridad: la de los criminales.
Guerrero, donde la gente es sometida con bala o palo al hierro del hampa que les quita todo: su patrimonio, su libertad, su dignidad.
Guerrero, donde la tortura se filma y distribuye porque pueden, porque reina el miedo e importa que se sepa.
Pero el tumor se hace metástasis.
Campeche arde en protestas por la seguridad perdida y el abuso al que fueron sometidas oficiales policías para sofocar un motín en una cárcel de varones a donde finalmente fueron violadas.
Las madres buscadoras cercan Palacio Nacional.
En Culiacán secuestran a ¡66 personas!
Veracruz sigue siendo primer lugar en secuestros, 3º en extorsiones y 3º en feminicidios.
Son sólo, lamentablemente, botones de muestra. No ejemplifican: desnudan. Hay un poder incompetente y más: cómplice. Quizá socio que dejó de serlo para pasar a ser empleado.
A este horror, ¿cómo reacciona Morena?
Claudia Sheinbaum: continuarán los abrazos. Más claro, ni la sangre diluida.
Envalentonada, soberbia, ordena a las madres buscadoras: “no critiquen, propongan”.
Se los dice a quien no tendría por qué perder a un hijo. A quien el Estado no le garantizó la vida. A quien posiblemente, una vez evaporado, el presidente criminalizó. Se lo dice a una madre que quiere ser escuchada, porque le condenaron a la peor pérdida: aquella en donde ya no hay vida, pero tampoco luto.
Esa madre fue a Palacio Nacional con la pala con la que busca, desgarrada, los restos de su hijo. El presidente, ya mentalmente perdido, le dice:
—Que me la deje.
Porque no la puede atender. Porque escucharla sería admitir su fracaso. Porque una muestra de misericordia lo volvería humano. Así la empatía.
En Veracruz en donde las imágenes de cuerpos desmembrados sacuden, el gobernador afirma “Aquí sí funciona la política de abrazos”.
En Campeche, Layda Sansores dice a los manifestantes: que le lloren a su madre. Dos días después la corren de una manifestación. Ella acusa a los indignados de “caprichosos”.
En Sinaloa, el presunto gobernador dice: “son cosas que pasan”. Sí: pasan ahí. En ningún lugar civilizado.
Y sí, pasan con Morena.
No tengan duda.
De eso se trata la elección. Las coordenadas cambiaron. Hoy es nuestra decisión: convertir a todo México en Guerrero o atrevernos a vivir en paz: y eso depende de nosotros.
De nadie más.
@fvazquezrig
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