La fortaleza de San Juan de Ulúa en la ciudad de Veracruz sin duda es uno de los más importantes a nivel nacional, uno de los recintos más visitados por turistas año con año y que a su paso cuenta con grandes historias y personajes que estuvieron en este lugar cuando se habilitó como cárcel, uno de ellos fue Chucho El Roto.
Chucho el Roto fue una figura popular en la sociedad mexicana de finales del siglo XIX, conocido tanto por sus robos como por sus numerosas fugas de prisión. A lo largo del tiempo, su vida se ha convertido en una leyenda que lo presenta como el "Robin Hood mexicano", un hombre que robaba a los ricos para ayudar a los pobres y desamparados.
Aunque le decían Chucho El Roto, su verdadero nombre era Jesús Arriaga, un poblano que trabajaba como ebanista y cuya habilidad llamó la atención de un acaudalado francés, Diego de Frizac.
Sin embargo, la historia de cómo comenzó su vida delictiva no es clara, ya que existen dos versiones principales. En una, su carrera como ladrón comenzó por venganza, después de que Frizac lo separara de su amada, Matilde de Frizac, y de su hija nacida de esa relación. Se dice que intentó robarse a su hija, lo que llevó a su encarcelamiento por órdenes del francés.
Otra de las versiones, lo describe como un exmilitar que, tras luchar en la Intervención Francesa y no encontrar empleo, se dedicó a la carpintería, hasta que fue injustamente encarcelado por una supuesta relación con el robo de una joyería.
A partir de ahí, Chucho el Roto se convirtió en un forajido. Su apodo proviene de la forma en que vestía, ya que en aquel entonces a las personas pobres que vestían de manera elegante se les llamaba "rotos". Chucho se distinguía en sus robos por vestir con trajes finos, zapatos bien lustrados y por no utilizar armas ni asesinar a sus víctimas.
Una de las características que lo hizo tan famoso fue su habilidad para escapar de la cárcel. En varias ocasiones burló a sus custodios, disfrazándose de policía, militar o empleado de la prisión.
Una de sus fugas más conocidas ocurrió en 1875 en la Cárcel de Belén, cuando escapó junto con 21 presos tras perforar un muro. En otra ocasión, dejó una carta en su celda, despidiéndose amigablemente del gobernador.
El mito de Chucho el Roto se alimenta de su representación como un bandido justiciero que se rebelaba contra un sistema opresor. En una ocasión, cuando le preguntaron si había robado una casa de empeño, él respondió: "¿Desde cuándo es un crimen robar a los usureros?".
A pesar de sus repetidas fugas, Chucho fue finalmente capturado en Orizaba en 1884. Declaró haber robado para financiar la educación de su hija, aunque luego desmintió esta afirmación en un juicio en Querétaro.
Fue trasladado nuevamente a la Cárcel de Belén y luego a Veracruz, donde la mayoría de las versiones señalan que fue encarcelado en la actual Fortaleza de San Juan de Ulúa.
Chucho El Roto murió en 1885, oficialmente de disentería, aunque otra versión popular sostiene que falleció tras recibir 300 azotes en la fortaleza de San Juan de Ulúa en 1894.
La figura de Chucho el Roto sigue siendo un símbolo de resistencia ante la injusticia y las desigualdades, transformándose de un simple ladrón en una leyenda que trasciende el tiempo.
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