Varios parquímetros instalados en el Centro Histórico de Veracruz no funcionan adecuadamente y cuando el usuario se estaciona en el cajón y acude a recoger el boleto se encuentra con que no le sale impreso y no está cerca ningún empleado para reportar la situación.
Durante un recorrido por calles en el Centro Histórico se constató el deficiente funcionamiento de los también llamados estacionómetros, lo mismo en la avenida Independencia que en otra cualquiera.
El automovilista llega muy correcto a la máquina, teclea la información necesaria, placas del automóvil y demás.
Espera su comprobante y éste nunca sale. Entonces busca a algún empleado municipal -ya no los controla la empresa Zeus, sino el ayuntamiento- y no ve a ninguno.
Busca y busca y no aparecen los empleados con su chaleco del ayuntamiento de Veracruz.
Entre resignado y furioso, el automovilista hace lo que considera más práctico: tomarle una foto al parquímetro para comprobar que él sí cumplió.
Apenas se va, como por arte de magia aparecen los empleados municipales y se acercan al parquímetro.
Más tarde, cuando regresa el automovilista, hace el coraje de su vida y se pelea con el primero que se le pone enfrente.
Y jura no volver a Veracruz porque aborrece “las transas”.
Y ése será el pan nuestro de cada día en las vacaciones, auguran los franeleros.
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