En el pueblo de Las Barrancas las olas rompen y se escurren entre los escombros que quedaron de la casa de Daniel Santos, quien hace dos años tuvo que salir huyendo de su terreno porque de un momento a otro fue devorado por el mar.
En esta comunidad ubicada en la porción norte del municipio de Alvarado, entre las localidades de El Bayo y Playa Zapote, unas 100 familias fueron desplazadas entre el 2019 y el 2024 por la pérdida de playa.
Lo anterior no solo significó perder su hogar, también una fuente de ingresos porque la mayoría de ellos usaban sus casas como pequeños restaurantes en los que recibían a los turistas que los visitaban en cada temporada vacacional.
"El mar nos ha estado comiendo las casas, ya nos sacó de la playa y ahora no sé en dónde vamos a poner nuestros negocios que es de ahí de donde nos mantenemos y de donde sobrevivimos, cuando era vacaciones ahí era donde recibíamos al turismo y ahora no se puede, no podemos ni pescar porque hay que tener las lanchas acá arriba".
Daniel Santos, quien vive de la pesca, compartió que en el 2017 desde su casa hasta el mar había 150 metros de playa, pero en dos años la marea comenzó a subir y para el 2020 comenzaron a deslavarse los cimientos de su vivienda.
En la temporada de frentes fríos de ese año, la casa comenzó a deslavarse y unos pocos días después de que la abandonó para resguardarse con su familia, las paredes comenzaron a derrumbarse, lo último que queda es el registro donde se encontraba el baño.
"Aquí vivíamos, aquí teníamos para vender nuestra comida, nuestra palapita, aquí vivíamos cinco personas más otras cinco que trabajaban con nosotros. Se empezó deslavar los cimientos, después de llevó las paredes y tuvimos que salir corriendo, nos movimos unos metros para atrás pero el agua aun así llega hasta allá cuando sube mucho la marea".
En el recuerdo reciente de los pobladores de La Barranca, está el trayecto que podían recorrer caminando en la orilla de la playa desde esta localidad hasta Antón Lizardo, pasando por Playa Zapote y Mata de Uva, otras dos localidades que comienzan a perder la línea de costa.
Pero del 2015 a la fecha, el único camino de acceso al pueblo es un puente que cruza un arroyo, para tomar la carretera estatal a La Laguna o a la Riviera Veracruzana, ya que el trayecto más corto ahora forma parte de la bahía.
Juan Luis Ramón, un pescador de 52 años que toda su vida la hizo en Las Barrancas, asegura que es urgente la construcción de al menos dos escolleras en el pueblo, ya que eso permitiría recobrar un poco de la playa que se tragó el mar y reconstruir las palapas con las que recibían a los turistas.
Si bien considera que es imposible que las familias que fueron desplazadas recuperen sus terrenos y sus viviendas, se está a tiempo de que puedan recobrar una de las principales fuentes de ingreso que es el turismo.
Lorenzo Ramón Uscanga, pescador de 57 años originario de esta localidad, asegura que la ampliación del puerto de Veracruz por parte de la extinta Administración Portuaria Integral de Veracruz (APIVER) fue lo que causó la perdida de las playas, debido al cambio de mareas.
Asegura que en el 2010 ya se veía ese escenario y entonces se gestionó ante autoridades estatales la construcción de seis escolleras; sin embargo, solo se instaló una en la localidad de Mata de Uva, que amortiguó un poco la perdida de playas y del resto no se sabe nada.
El hombre camina con nostalgia en medio de escombros de lo que era su restaurante y al mismo tiempo su casa. Era una estancia amplia en donde estaban las mesas, otra pieza con unas mesas de billar, la cocina, dos baños y tres cuartos que servían para dormitorio.
En el lugar se empleaban 15 personas, todas ellas familias, pero un día el agua comenzó a subir y no dejó de bajar, hasta que derribó por completo la construcción de concreto y ladrillos.
Los hombres que trabajaban con él se dedican ahora cien por ciento a la pesca, mientras que las mujeres como su esposa, sus cuñadas y hermanas que se empleaban en la cocina y atendiendo a los clientes, ahora no tienen empleo y solo se dedican a las labores del hogar.
"El mismo mar nos ha hecho desalojar, lo único que me queda es un pedacito en donde guardo mi lancha y mis cosas para la pesca, motor y redes", comparte.
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