El Centro Histórico de Veracruz posee lugares que aún conservan la nomenclatura original de sus calles, así como sus leyendas que se encuentran aún vivas en calles y avenidas, las cuales esconden grandes historias.
Sin embargo, aunque varias arterias han cambiado de nombre, algunos quedan grabados en la memoria de los ciudadanos, tal es el caso del callejón Sebastián Holtzinger, mismo que cuenta con una gran leyenda.
Este callejón se encuentra sobre la avenida 5 de Mayo, entre la calle Benito Juárez y la calle Miguel Lerdo de Tejada, en el centro histórico de Veracruz.
Líbranos Señor El pueblo, siempre inclinado a exagerar lo sobrenatural, ha adornado numerosas historias, asignando nombres y lugares, y a menudo empañando reputaciones mientras crea una atmósfera oscura y densa, propicia para los fenómenos inexplicables. En ese contexto surgió la leyenda del callejón "Líbranos Señor", ubicado en uno de los sitios más céntricos de Veracruz.
La leyenda cuenta que, en una fría noche de invierno, cuando el viento azotaba el puerto, un caballero español caminaba por la tercera Calle de las Damas, dirigiéndose hacia la calle de San Agustín, cuando vio a una dama vestida de blanco pasar rápidamente a su lado. Sorprendido por ver a una mujer sola a esas horas, el caballero decidió seguirla, pensando que sería fácil conquistarla.
Aceleró el paso para alcanzarla, pero la dama, como si lo presintiera, también comenzó a caminar más rápido, manteniendo siempre la distancia. Cuando ella llegó al callejón entre las calles de San Juan de Dios y San Agustín, giró y desapareció de su vista. Al llegar el caballero al mismo lugar, la vio detenerse frente a una imagen de la Virgen, iluminada por una vela, y depositar en el suelo un bulto de ropas blancas.
Intrigado, el caballero observó cómo la mujer se arrodillaba para rezar brevemente antes de levantarse y continuar su camino, dejando el misterioso bulto atrás. Al acercarse, el caballero escuchó un leve gemido. Al desenredar el paquete, encontró a una criatura con la piel de un rojo intenso, que le sonreía mostrando dos grandes colmillos. La criatura habló con voz ronca: "Estás condenado". El caballero, impactado, perdió el sentido.
Fue encontrado por una ronda de guardias y llevado a un convento cercano, donde fue atendido por los religiosos. Durante días permaneció delirante y febril, temiendo por su vida. Una vez recuperado, narró detalladamente lo sucedido, pero las autoridades no lograron encontrar rastro alguno del misterioso bulto.
Aquel hombre, antes alejado de la fe, cambió su vida y se convirtió en un modelo de virtudes, ingresando a una orden religiosa. Desde entonces, esa calleja fue conocida como "Líbranos Señor". Cuentan que quienes pasaban por ahí a altas horas de la noche rezaban en voz baja un Padre Nuestro, repitiendo especialmente la frase: "más líbranos Señor de todo mal...".
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