La Catedral de Nuestra Señora de la asunción se convierte por unas horas en un santuario para que los veracruzanos ofrezcan su devoción a la Virgen de Guadalupe a 491 años de su aparición al indio Juan Diego en el cerro del Tepeyac.
Desde temprano y al igual que muchos templos católicos, la catedral de Veracruz abrió sus puertas y a las 8:00 de la mañana tuvo su primera misa, sin el obispo Carlos Briseño Arch.
Feligreses porteños se volcaron hacia la Catedral porque cada media hora hay bendiciones para niños y niñas ataviados con la indumentaria indígena, ellos con su pantalón, camisa de manta y sombrero, y ellas con su falda, blusa y trenzas en los casos en que lo permitía el largo del cabello.
Incluso bebés vestidos de indios llegaron en brazos de sus padres para recibir el agua bendita, entre los flashazos de las cámaras y los disparos de los teléfonos celulares.
El párroco alzó su brazo y mientras lo agitaba en el aire pareció trazar una línea en repetidas ocasiones.
Por el aire viajaron delgados hilos de agua que en su trayectoria se deshacían hasta tocar a los menores, convertidos ya en gotas refrescantes.
Afuera de la Catedral, en el Zócalo de Veracruz, los escenarios adaptados para tomar fotos a los menores se veían con poca demanda.
Ofrecían paquetes de fotos y otras opciones por precios promedio de 160 pesos y más, pero muy pocos padres de familia aceptaban.
Los burritos de madera, de plástico y de otros materiales parecían esperar a un juan diego que no llegaba, por falta de recursos para pagar más de 150 pesos que bien podrían servirles para comprar frijoles, arroz, huevos y tortillas.
Fotos: Patricia Morales.
/ct
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