En casi tres décadas, por el Comedor Gratuito, hoy Asilo COGRA, han pasado decenas de adultos mayores, varios de ellos por decisión propia y la mayoría porque sus familiares no podían o no querían hacerse cargo de ellos, afirma su directora María Teresa Mendoza Grajales.
En sus inicios era un comedor para personas que no tenían nada que llevarse a la boca, pero al paso del tiempo ya no sólo iban a comer, sino a pasar la noche por carecer de un espacio donde dormir.
Y han superado el medio centenar de personas cuyos familiares no podían o no querían tener bajo el mismo techo.
"A la mayoría no los visita nadie y menos a los que dejan abandonados. Nosotros ya estamos casi entrando a la tercera edad y qué triste es llegar y darte cuenta de que trabajaste toda tu vida, tuviste hijos, tuviste esto y al final no tienes nada, porque muchos de ellos que tienen demencia senil, Alzheimer, ya no son capaces de pensar, y algunos que todavía piensan y dicen que no quieren estar en el asilo.
"A veces los hijos, aunque quieran no pueden atenderlos porque el matrimonio trabaja y por ese motivo también los dejan.
Hay un promedio de 62 a 64 abuelos en el COGRA, y muy pocos reciben la visita de familiares.
"Podrían tener una media hora, una hora para esos abuelos que también son personas que lloran, que sienten, deberían ser empáticas con ellos; en enero empiezan a fallecer, un poquito en febrero y se van espaciando.
"Desgraciadamente los traen en muy mal estado, enfermos y al final, el familiar se enoja, que por qué se murió", señaló Mendoza Grajales.
También hay abuelos que llegan por su propio pie, aunque tienen familia.
Muchos parientes reclaman cuando le pasa algo al abuelo, aunque nunca lo visitan.
La directora del Asilo COGRA informó que un médico hace revisiones periódicas a los varones y mujeres que viven ahí, y destacó que aún cuando no pueden darles manjares, no les falta el alimento.
La directora del COGRA resaltó que muchos abuelos ya no se valen por sí mismos y se les atiende para que estén bien limpios y frescos.
"Son seres humanos que sufren y que lloran, yo los veo; es bien difícil para un adulto mayor estar solo, sobre todo las mujeres.
"Me da tristeza porque hay abuelitos que dicen 'si yo me hubiera portado bien en mi casa no me hubieran sacado", pero no es cierto, porque a veces los sacan porque los hijos también tienen que trabajar, o a veces el Alzheimer y demencia senil y algunos son agresivos y las personas se asustan", afirma Teresa Mendoza Grajales.
La directora del Asilo COGRA recalcó que en ocasiones suceden cosas poco comunes pero preocupantes.
"Hubo uno que gritaba 'auxilio, aquí están las camionetas, me quieren secuestrar, tienen carros y camionetas', y vinieron las patrullas con soldados y aporrearon la entrada del asilo, abrieron la puerta", afirmó Mendoza Grajales.
Hizo hincapié en que Veracruz no puede esperar.
"Veracruz necesita urgentemente un lugar donde se pueda atender a quienes tienen demencia senil, Alzheimer, pero sobre todo a los que están psiquiátricos, hay una señora que grita y grita con sus alucinaciones.
"Nosotros no tenemos mucho espacio, es un pobre espacio de 3 pisos pero no podemos meter a esa gente porque no tenemos ni las instalaciones ni el personal adecuado", remarcó Mendoza Grajales.
Hizo hincapié en que en ese asilo los abuelos se les trata con dignidad.
"El cariño es muy importante; los abuelitos necesitan que los protejan, que los quieran, necesitan de amor porque vuelven a ser niños, pero grandes; abrazar no cuesta nada, sonreír tampoco cuesta, pero somos tan codos que hasta eso nos cuesta dar. Hay que ser empáticos, respetarlos, quererlos un poquito porque sí necesitamos amar a nuestros abuelos, a nuestros papás", aseveró la directora del Asilo COGRA.
De los poco más de 62 abuelos que viven en el Asilo COGRA, la mayoría recibe atención suficiente para atender sus demanda.
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