¡Ya, ya estuvo suave con la calle JM García y Allende Norte!. La raza que vive por ahí, los que chambean en el Mercado de Pescadería y los clientes que van a hacer sus compras están bien encabritados, porque la calle cada vez está peor. Neta, parece que cada semana el pavimento se va hundiendo un poquito más.
El pavimento en la esquina de la pescadería parece tobogán, se hunde más cada rato, y pues así no se puede.
Los que van a hacer sus compras al mercado, ya ni modo, pasan con cuidado, pero no falta el que se tropieza. Tanto los clientes como los locatarios están exigiendo que arreglen ese relajo antes de que se haga un hoyo más grande y nos trague a todos.
Si no vas con cuidado, seguro te andas cayendo o, peor aún, te vas de boca directo al pavimento desnivelado. La banda que maneja sus carros ya le agarró la maña de pasar despacito, casi casi a vuelta de rueda, porque si no, la suspensión se va a la fregada o las llantas se revientan. Pero no creas que es solo cosa de los conductores, también los peatones la tienen complicada, en especial los que van a surtirse de mariscos al mercado. Con bolsas pesadas, y ese pavimento todo disparejo, cualquier descuido y ¡pum!, vas a dar al suelo.
El hoyo sigue creciendo, y el pavimento cada vez se siente más feo. No solo es cuestión de incomodidad, sino de seguridad. ¿Qué va a pasar cuando de plano el hundimiento sea tan grande que ya no se pueda pasar? ¿O cuando ocurra un accidente grave?.
Nadie quiere que llegue a ese punto, pero con el ritmo que va, parece que esa esquina está destinada a convertirse en un cráter.
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