Raza, les cuento el chisme de la semana, y es que en Gómez Farías, entre Mina e Iturbide, tenemos un problemón con una alcantarilla abierta que parece un cráter de otro planeta. No, no es broma, neta, está en medio de la calle y cualquier despistado se puede dar un buen golpe.
Los vecinos y los automovilistas ya están hasta el gorro de esta situación. Imagínense ir manejando bien a gusto y de repente ¡pum! te encuentras con el agujero. No, hombre, la de accidentes que ya han estado a punto de suceder. Y pues los vecinos, bien preocupados por su colonia, han hecho lo posible por señalar el peligro. ¿Y cómo creen que lo hicieron? Pues nada más y nada menos que con una rama y unas hojas secas. Sí, así como lo oyen. Pero, ¿qué más se puede hacer?.
La banda de la cuadra ya está desesperada, porque este hoyo no sólo es un peligro para los carros, sino también para los peatones. Imagínense ir caminando con sus chanclas nuevas y de repente ¡zas!, pa’ dentro del agujero. No, pues eso ya es el colmo.
Es que, de veras, ¿qué les cuesta mandar a alguien a arreglar?. Los vecinos ya se organizaron pa’ hacer presión y que se resuelva este problemón, porque el agujero ahí sigue, como si fuera el hoyo negro de las películas.
Neta, no se vale que la banda tenga que estar señalando peligros con ramas y hojas secas como si estuviéramos en el campo. Esto es la ciudad, compas, y merecemos calles chidas y seguras.
Ya pónganse las pilas, raza, y arreglen ese agujero. No queremos más sustos ni accidentes, y mucho menos queremos que esto siga siendo el chisme de la colonia. Queremos soluciones ya, porque esto no es una película de acción, es la vida real y cualquiera podría salir lastimado.
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