La viruela del mono, conocida también como Mpox, ha estado en el radar de salud pública desde que se registraron los primeros casos en México en 2022.
Aunque no es una enfermedad nueva, su reaparición en diferentes partes del mundo ha generado preocupación y preguntas sobre la disponibilidad de vacunas para prevenirla.
No obstante, en México, la vacuna no está disponible para el público en general. Aquí te explicamos por qué.
Desde 2022, México ha reportado más de 7 mil 300 casos de viruela del mono, con 49 casos confirmados solo en este año, uno de ellos en Veracruz.
La enfermedad, que pertenece a la misma familia que la viruela humana, se transmite principalmente por contacto directo con las lesiones de la piel o por contacto estrecho con personas infectadas.
Aunque no se trata de generar alarma, es importante que la población se mantenga informada y vigilante.
Sí, existe una vacuna para la viruela del mono, pero en México su uso está restringido a grupos de alto riesgo y solo se aplicaría en caso de una epidemia más severa.
La prioridad actual es vigilar la situación y actuar preventivamente para que la enfermedad no se propague de manera más significativa.
Las autoridades de salud han indicado que, por el momento, las vacunas disponibles a nivel mundial se destinan a países africanos donde la enfermedad es más endémica.
En México, la situación actual no justifica una vacunación masiva, por lo que las medidas de control y prevención siguen siendo la mejor herramienta para evitar contagios.
La razón principal es que, aunque hay vacunas disponibles, la viruela del mono no ha alcanzado niveles de propagación que justifiquen su uso masivo en México.
Las autoridades sanitarias están enfocadas en la vigilancia y el control de casos, manteniendo la vacuna como una opción en reserva para situaciones de mayor riesgo.
Aunque la viruela del mono es una enfermedad seria, en México se considera que la situación está bajo control y que, por ahora, no es necesario aplicar la vacuna de manera generalizada.
El Mpox se contagia principalmente a través del contacto directo con las lesiones de la piel de una persona infectada o mediante contacto cercano con secreciones respiratorias.
Las erupciones cutáneas, uno de los síntomas más distintivos, pueden aparecer en diferentes partes del cuerpo, incluyendo la cara, la boca y los genitales.
Los síntomas iniciales suelen ser fiebre, dolor de cabeza, dolor muscular y fatiga, seguidos por la aparición de erupciones que evolucionan en ampollas llenas de líquido.
La enfermedad tiene una duración de dos a cuatro semanas y puede ser más grave en personas con sistemas inmunológicos debilitados.
Lo más importante es estar informado, tomar precauciones y acudir al médico ante cualquier síntoma sospechoso.
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