En los últimos años se han implementado diferentes medidas para evitar que los niños consuman comida chatarra, pero las últimas mediciones de las autoridades del gobierno indican que no se tienen los resultados deseados completamente.
La publicidad digital de productos ultraprocesados incentiva el consumo de comestibles chatarra por parte de niñas, niños y adolescentes, ocasionando que 39 por ciento de las calorías que ingieren cada día provengan de esa fuente, coincidieron especialistas del Instituto Nacional de Salud Pública.
Señalaron que la industria de productos ultraprocesados recurre a esta forma de promover el consumo de sus productos, desplazando la inclusión de alimentos saludables en la dieta.
Se recordó que la ciencia demuestra que el consumo de ultraprocesados o comida chatarra en lugar de alimentos naturales es uno de los principales determinantes para el desarrollo de enfermedades crónicas no transmisibles.
Se reveló que, en México, 1.3 millones de niñas y niños menores de cinco años presentan desnutrición crónica y, en América Latina, 6. 1 millones. Asimismo, en nuestro país, 14 millones de NN y adolescentes viven con sobrepeso y obesidad; en la región, la cifra asciende a 48 millones.
Precisaron que madres y padres, conscientes de los daños a la salud causados por estos productos, hacen lo posible para evitar que sus infantes los consuman; no obstante, enfrentan barreras como tiempo limitado para cocinar y fácil acceso a ultraprocesados en escuelas, parques, espacios públicos, deportivos, fiestas, supermercados y otros.
Por lo anterior, es esencial que los sistemas alimentarios se modifiquen para garantizar que las prácticas de alimentación saludable sean accesibles para las infancias y así impedir un alto consumo de comida chatarra.
Se tienen que difundir guías alimentarias y sostenibles; fomentar la alimentación saludable en el entorno escolar y fortalecer las acciones dirigidas a evitar el consumo de productos ultraprocesados
Asegurar que a través de los programas sociales y las compras públicas se adquieran y distribuyan alimentos saludables; fortalecer la capacidad del primer nivel de atención; garantizar y monitorear el acceso de agua potable; establecer mecanismos de blindaje de conflictos de interés con la industria e invertir en investigación y generación de datos.
Asimismo, transformar los entornos donde niñas, niños y adolescentes viven, crecen, aprenden y se divierten, como estancias infantiles, escuelas, unidades de salud, edificios gubernamentales, parques y vías públicas, para que se proteja su salud mediante la restricción de la disponibilidad de productos ultrapocesados, así como limitando la exposición a la publicidad y mercadeo en los medios y digitales.
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