Conocidos son los casos de perros que tienen tanto amor a sus dueños, y lealtad, que incluso cuando su humano llega a fallecer, los caninos son incapaces de pasar de página y seguir adelante, permaneciendo en espera de verlos de nuevo, es justo la historia de la llamada, Tumba del Perrito.
En la Habana Cuba, en el cementerio Colón, se encuentra la tumba de una mujer de Estados Unidos, pese a la historia que hay entre ambos gobiernos, es conocida y recordada por los locales porque llegó a la zona con el único fin de hacer labores en favor de los que menos tenían.
Se trata de Jeannette Ford Ryder, de Estados Unidos, quien, en 1869, se mudó a Cuba, fundo el llamado, Bando de Piedad, una organización de beneficencia en apoyo de mujeres desfavorecidas, niños desamparados, huérfanos y personas en la pobreza.
Jeannette, falleció a los 65 años de edad, y fue enterrada en la tierra a la que intentó apoyar tanto, pero algo llamó la atención de la gente cubana, Jeanette, siempre estuvo acompañada de su perro, Rinti, aunque ella había muerto, su fiel amigo se negó a aceptar la perdida.
Por lo que, luego de su entierro en el cementerio Colón, Rinti no quiso separarse de la tumba de Jeannette, día y noche se queda recostado a los pies de la tumba. Los trabajadores no tuvieron el corazón de moverlo del sitio, por lo que, en lugar de eso, prefirieron dejarle comida y el agua el tiempo necesario.
El tiempo pasó, y Rinti al final, falleció junto al lugar donde estaba Jeannette Ford Ryder, la historia, causó tal conmoción que, Fernando Boada fue quien creó una escultura, donde ambos están enterrados, conocida como, “La Tumba de la Fidelidad”, o, “La Tumba del Perrito”, con un texto que dice, “fiel hasta después de muerta Rinti”, que permanece hasta el día de hoy.
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