Al mirar una fotografía de rostro y sobre todo de autor, por cierto término acuñado por el fotógrafo Manuel Lucio…pensamos…me captó o no en esencia, quien la realizó…me gusta…no me gusta…ni por un momento la idea del perfil o persona detrás de cámara nos importa…y debía serlo pues el resultado de una buena imagen fotográfica de rostro, es una comunión…
La formación de Manuel Lucio, es vasta. Cuenta con la licenciatura en Administración por parte del ITAM. Se desenvolvió por años en el sector financiero y hace un poco más de 27 años se ha dedicado al trabajo del lente, uno de sus logros en este ámbito es haber cubierto la gira de Juan Pablo II en su cuarta visita a nuestro país y también escribe: En el pedir está el dar, Poesía Visual, son algunos de sus títulos. Además incursionó en el género dramático con la obra; Foto Show.
Manuel radica en Orizaba y hace colaboraciones con Revistas y periódicos, entre ellos el Dictamen Decano de la Prensa Nacional con la sección: Familias y Rostros de México.
De la obra de Manuel Lucio podemos deducir:
El rostro y el cuerpo son el templo, la casa… Con estos la imaginación y deseo de transmitir permiten, el acceso al clik y al fotógrafo para hacer de los mencionados un hito creativo…tus extremidades y el tronco pueden bailar a los ritmos de la circunstancia de la sección fotográfica y tu imagen en tal momento se hace cadencia y verso si la comunión con el trabajo pues el lente lo atrapa, lo logra…
Colores y perspectiva pueden entonces dibujar horizontes insospechados, no entendidos muchas veces ni por el fotografiado… esa es la química entre modelos y hacedor de luz…el resultado sigue un halo de misterio, solo así podemos explicarnos el porqué de una buena fotografía.
Manuel Lucio, acicate entre el devenir y el obturador, los rostros y las expresiones, espacio de arena, movible y renovable a disposición de la magia de la fotografía.
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