Referenciar el trabajo de moldeado de tierra y otros pigmentos naturales por medio de manos o torno y canalizarlos al fuego, es una actividad milenaria. Todas las culturas en la faz de nuestro planeta la han practicado por siglos, China y Grecia se caracterizaron por sus ancestrales trabajos en este arte.
Sí, porque además de tener un carácter utilitario, la Cerámica representa hoy una rama estética relevante. Los registros históricos en las culturas prehispánicas también ocupan un rol descollante en la línea de fabricación de enseres de esta naturaleza.
Desde el siglo pasado México y Veracruz han dado a la Cerámica un lugar singular, ambos unidos en Bienales Internacionales han dado nombres como Gustavo Pérez, Alejandro Luna, Rodrigo Noriega, Arturo Jiménez, Anna Lebrija, Mariana Velázquez, Elsa Naveda, Rocío Sagaón, Martha Ovalle, Maite Rodríguez, Joel Rojo, por mencionar algunos nombre, quienes abrazados a la directriz del Museo Franz Mayer de la capital de la República apuntalan el rubro como símbolo visual en México.
Loable es el caso también de Paloma Torres quien logra extraordinarias esculturas en cerámica, en homenaje al entorno ambiental.
Precisamente es Joel Rojo, el tallerista en tal ramo en la ciudad de Veracruz, crea y magnifica la línea de las voces del fuego y arcilla, en recursos y sintagmas de expresión artística.
Una vez trazado este camino, Georgina Malpica, Eloísa Remes, Karla Maroño, Rosario Gómez Barquín y Rosa Aurora Nieto, estructuran y moldean diversas temáticas, alusivas a su inquietud de mujeres interesadas en el devenir plástico de la entidad.
Algunas de ellas pintoras, Eloísa, Rosario y Georgina han encontrado caminos recurrentes en ambas técnicas, Georgina incluso como instructora de Pintura, concatena sus ideas para animarnos en fauna, manos, ojos, rostros como estándares de gozo de la vida.
Eloísa Remes en tratamiento sutil, se ha asomado a siluetas de sinuosa fragilidad empatadas con la idiosincrasia veracruzana, Rosario en cambio apuesta a la flora, a los corazones y a la abstracción como rutas de catarsis, donde el observador ante sus elementos compositivos, se tambalea de emoción. Karla Maroño la más lúdica de las ceramistas de este grupo, es permisible con sus piezas tener cortapisas con el tiempo.
Rosa Aurora Nieto, formal y equilibrada en su tratamiento cerámico, relaja y pauta a meditar las exquisiteces de la cerámica, revalorando su importancia secular.
La cerámica, conforma medio expresión visual donde lo utilitario y estético sobrepasan los sentidos, los acarician, les susurran.
Brumario de Octubre, tiene el escenario perfecto, los Corredores Curarte donde la luz del día permite al nervio óptico capturar cada veta de las obras exhibidas y el caluroso atardecer, recordarnos el fuego con que fueron hechas.
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