“Yo nací siendo guardafaros (...) Desde que nací, he estado junto al mar”, expresó a Galería Alfredo Casarín, guardafaros veracruzano cuya historia inspiró al realizador Rafael Blanco para el documental ‘El hombre del Faro’, que se proyectará este sábado 5 de octubre a las 19:00 horas en la librería Mar Adentro.
La producción, que emergió de una charla en la que participó Don Alfredo dentro del recinto cultural y que lo llevó a ofrecer una independiente, ‘Mi vida en islas como guardián de faros’ en 2022, reúne su experiencia en los faros de Santiaguillo, Venustiano Carranza, entre otros, donde realizó no solo un trabajo de vigilancia, sino también de introspección.
“Mi primer faro oficialmente fue Santiaguillo, siendo yo un chamaco. Tenía 17 años y me quedé solo; me dejaron sin comer, me iba yo a comer un gato."
"Hay cientos de anécdotas que puedo contar y tengo la satisfacción, el orgullo, de que nada lo aprendí de Internet. Todo es vivencial”, comentó Casarin a Imagen de Veracruz, quien ofreció detalles sobre el estreno de este sábado.
-¿Cómo se acercan a usted para hacer este documental?
- En la librería Mar Adentro hubo una charla sobre el mar y yo espontáneo me paré y hablé. Entonces, el señor Rafael Blanco se dio cuenta e hicimos una plática que di aquí y debido al éxito pensó en hacer un documental.
Él fue el de la idea, el promotor; él ha sido el productor, todo y por eso fue que pensamos en eso.
- ¿Qué es lo que va a compartir en esta producción?
- El documental es una visita a las tres islas más importantes de aquí, al Faro Carranza, para que tengan una pequeña semblanza; pero el meollo es cómo se vive en una isla, las necesidades.
Yo pongo tres cosas importantes: El silencio. El ambiente te enseña a comprender, como dice la canción, el sonido del silencio. Parece una paradoja, pero no, aprende uno que hay sonido, un mensaje, algo que está latente, no literalmente.
Luego el miedo; estando en Veracruz convives, pero de repente te dicen: ‘Te vas a quedar aquí tres días’ y ese miedo a enfrentarse a lo que tienes idea, pero no conoces, esa es la situación; al qué habrá, qué fue eso, qué escuché, estoy solo... Ese miedo de lo desconocido, aunque sea conocido.
Y luego, la soledad; acoplarse a eso. No hay vecino, no hay nadie. Esas son tres cosas importantes, que lastiman y que tienen mucho que ver con uno y lo prueban su consistencia moral, física, espiritual, de ya estás aquí, acéptalo, vive, acóplate, porque no tienes otra.
-¿Cuánto tiempo trabajó como guardafaros?
-Diecisiete años. Estuve unos meses aquí, unos tres meses acá, en el Faro Venustiano Carranza algunos años. Cuando se pasó al Banco de México a la torre del banco, en el faro de allá arriba también estuve. También en Sacrificios, Isla de en Medio, Santiaguillo.
Lo que siempre he creído, que se lo debo a mis padres, me inculcaron la responsabilidad. Yo llegué, vi lo horrible, pero es mi trabajo, yo lo acepté.
¿Qué tengo que hacer? Quedarme aquí y no hay de otra. Tratar de, como todo. Nadie se va a morir nomas porque esté solo, lo puedo asegurar y hay que acoplarse.
Para terminar mi carrera, me casé y busqué un trabajo, un negocio en el Mercado Hidalgo y lo hice porque no quería que mi mujer tuviera esa vida.
- ¿Cómo se siente ahora con el estreno del documental?
- Hace unos días estuve muy malo, dicen que es estrés. La paso bien, casi normal, pero viene esta tensión: ‘Señor ayúdame que llegue yo, que haya éxito’, entonces es una mezcla.
Hay una frase que usan ahora, ‘emociones encontradas’. Hay de todo, es un caos; todo desde luego para bien, de gusto, de felicidad, de deseo de culminar.
A mis 88 años y medio, en enero si Dios quiere llego al 9, y viene esto, es un regalo, es aire fresco después de tanta chinga, tanta cosa, sin aplauso, sin reconocimiento. Amo la vida a esta edad.
La invitación es el sábado 5 de octubre, a las 7 de la noche, en la librería Mar Adentro; ojalá pudieran venir más y más.
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