En los últimos años, muchas empresas han comenzado a despedir a empleados de la generación Z solo unos meses después de haberlos contratado pese a su aparente mejor preparación académica.
De acuerdo con una encuesta reciente realizada por Intelligent.com, seis de cada diez empleadores han tomado esta decisión, citando preocupaciones sobre la ética de trabajo, las habilidades de comunicación y la falta de profesionalismo de los recién graduados universitarios.
Los empleadores señalan que la generación Z, nacida entre 1997 y 2012, enfrenta dificultades para adaptarse al entorno laboral, ya que muchos de ellos llegan con conocimientos teóricos, pero con poca experiencia práctica.
A menudo, se les percibe como poco motivados o faltos de las habilidades interpersonales necesarias para triunfar en un ambiente de trabajo.
De acuerdo con el informe, el 75% de las empresas manifestó que algunos de sus nuevos empleados de la generación Z no estaban satisfechos con su trabajo.
Un 50% de los empleadores afirmó que sus nuevos trabajadores mostraban falta de motivación, mientras que el 46% mencionó falta de profesionalismo, lo que ha generado frustración en los equipos de trabajo.
Algunos expertos creen que la responsabilidad no recae por completo en los jóvenes trabajadores.
Según el consultor de recursos humanos Bryan Driscoll, el sistema educativo actual no está preparando adecuadamente a los estudiantes para enfrentar los desafíos del mundo laboral.
Las universidades tienden a centrarse en la teoría en lugar de la práctica, lo que deja a los nuevos graduados sin las herramientas necesarias para adaptarse a un entorno laboral menos estructurado.
Además, Huy Nguyen, asesor de educación de Intelligent.com, comentó que las empresas también deben asumir la responsabilidad de capacitar a los recién contratados y brindarles el apoyo necesario para tener éxito.
Sin embargo, muchos empleadores prefieren prescindir de estos jóvenes en lugar de invertir en su desarrollo.
La desconexión entre el sistema educativo y el mercado laboral ha generado un problema cíclico. Mientras que la generación Z busca oportunidades para aprender y crecer, las empresas no siempre están dispuestas a brindar ese espacio.
En lugar de ver a los nuevos empleados como activos desechables, los expertos sugieren que las empresas deberían implementar programas de incorporación y mentoría para cerrar la brecha entre lo académico y lo práctico.
Si esta situación no cambia, la fuerza laboral podría enfrentarse a problemas a largo plazo, con trabajadores desilusionados y sin la preparación adecuada para enfrentar los retos del mercado laboral actual.
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