Los mayores mitos son aquéllos que pregonan cosas que parecen buenas, pero en realidad son absurdas.
Nos dicen frecuentemente que si un país desea alcanzar la soberanía plena, debe su gobierno controlar y manejar directamente la economía, porque los empresarios privados solo buscan el lucro y los gobiernos no. Estos últimos sólo “buscan servir al pueblo”.
Lo curioso del caso es que los empresarios privados tienen utilidades, dan servicios y productos de calidad, porque de lo contrario no hay quien les compre; compiten entre sí, ofrecen mejores sueldos y además pagan impuestos; mientras que las empresas paraestatales son monopolios mal administrados, dan precios caros y también productos y servicios de mala calidad, pierden dinero porque tienen personal de más, existen saqueos y desperdicios exagerados. Además, ponen a políticos a administrarlas, en lugar de emplear a gente profesional para hacerlo. Si pierden dinero no hay problema, nos pasan la cuenta de sus pérdidas a nosotros los ciudadanos.
¿Qué país es más soberano?: ¿El que tiene agua, transporte y energía suficientes a precios accesibles, aunque los particulares sean quienes manejan esas empresas; o aquél país cuyo gobierno es dueño de los medios de producción, pero es ineficiente, pierde cientos de miles de millones al año y aparte le debe a terceros muchos billones de pesos?
Algunos políticos de buena fe creen en teorías caducas que plantean una mayor intervención del estado en la economía, hasta que la triste realidad los hace despertar y tienen que rectificar.
Son los empresarios quienes deben administrar empresas y los políticos deben dedicarse a gobernar. Salvo alguna excepción que confirma la regla, la mayoría de las empresas que maneja el gobierno pierden dinero.
Lo malo del asunto es que por medio atender estos rubros, el gobierno descuida las funciones básicas que tiene asignadas, como son el proteger la vida y la propiedad de sus gobernados, impartir justicia al igual que brindar salud y educación.
Otros políticos por conveniencias propias e intereses partidistas, se aferran a la estatización de la economía y llevan a sus países primero a la ineficiencia, después a la inflación, más tarde a la escasez y al final al sobre endeudamiento. Terminan su gestión con resultados trágicos en materia social y económica.
Algunos políticos muy audaces apoyan el manejo gubernamental de empresas, porque ven en ello la oportunidad de adquirir mayor poder, hacer negocios y sobre todo enriquecerse. Es tal el desorden y la corrupción imperante en la mayoría de las paraestatales que a río revuelto ganancia de pescadores.
Esto no solo es privativo de México. Pasó en Argentina, en Brasil y en otros países también.
Pondré un ejemplo muy claro:
En México una cosa son las tarifas y precios tan altos que cobran la CFE y PEMEX y otra cosa muy aparte son los subsidios que salen de nuestros impuestos y tienen que inyectársele a esas empresas para que no quiebren.
Si la gasolina Premium cuesta aparentemente unos $25.00 / litro, agreguémosle lo que aportamos todos de nuestros impuestos para mantener a PEMEX y que debería ser invertidos en salud, educación, infraestructura y seguridad.
A lo mejor acabamos pagando realmente $30 ó $35 pesos por litro, cuando en Estados Unidos el combustible vale solamente $15.00 el litro y es de mayor calidad que el nuestro. Las empresas petroleras de allá, ofrecen buenos sueldos, obtienen utilidades y además pagan impuestos.
Por eso USA es un país más soberano, aunque el gobierno americano no sea dueño del petróleo ni de la electricidad.
Planteo esto porque las empresas privadas trabajan con mayor eficiencia que las paraestatales, ofrecen mejores precios y tarifas, compiten entre sí, dan opciones a los consumidores de escoger a las más convenientes y además no maltratan a sus clientes.
En las paraestatales por el contrario, esas cualidades son difíciles de encontrar, porque son monopolios. No tienen competencia. Los clientes es decir todos los ciudadanos, debemos pagar las tarifas y precios que nos imponen y a veces hasta recibir un trato prepotente o descortés.
Ya quebraron en el pasado a los ferrocarriles, porque los manejó el gobierno muy mal. Por eso tuvo que venderlos.
Ahora están cambiando las leyes para volver a operarlos. Es como volver al pasado.
Tienen incluso la idea de restablecer el servicio de pasajeros. ¿Cuánto nos costará la ocurrencia?. ¿Cuánta gente se subirá al tren, si un viaje en ferrocarril demora el doble de tiempo del que tarda un autobús en ir al mismo destino?
Quieren hacer trenes nuevos que costarán una fortuna y se piden nuevos préstamos de miles de millones de dólares que con todo e intereses deberemos de pagar entre todos los ciudadanos, mientras que los hoyos en las carreteras, la inseguridad y la falta de medicinas siguen igual.
La verdad yo ya no entiendo hacia dónde nos quieren llevar, porque están dando las autoridades una vuelta forzada de 180° que sólo nos llevará al atraso.
¿No les parece a Ustedes?
Muchas gracias y buen fin de semana.
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