Un tema que no podemos dejar de mencionar es la violencia intrafamiliar. Este tema es mucho más común de lo que podemos imaginar. Hay que poner fin a la violencia que se genera dentro de nuestros hogares, solo así lograremos evitar seguir dañando a las personas que decimos amar.
Por alguna circunstancia, siempre hay alguien en la familia con la cual no podemos tener una buena convivencia. Hay muchas personas que viven juntas, pero no saben convivir en armonía. Hay que ser sinceros, muchas veces el tiempo pasa y no hacemos nada por remediar esta situación, que queramos o no, nos causa molestia y hace mucho daño.
Hay quienes piensan que la violencia en los hogares no se puede erradicar. Sin embargo, es una tarea de cada miembro de la familia poner su granito de arena para vivir en paz. Hay quienes con optimismo y compromiso opinan que la paz comienza en el corazón y creen que poniendo su familia en las manos de Dios la situación puede cambiar. Así, se toman el tiempo para inculcar en sus hijos valores morales y espirituales y a hablarles de lo que significa el respeto y temor a Dios y a sus semejantes.
Si cada uno de nosotros pensáramos que es posible vivir en paz y actuáramos de esa manera, lo haríamos una realidad en nuestros hogares. Hay que intentarlo. Es cierto que algunas personas generan violencia porque fue lo que vieron, vivieron y fueron los patrones que marcaron su niñez. Pero es tiempo de romper con ese círculo de violencia, de lo contrario se va a seguir repitiendo de generación en generación.
La violencia debería considerarse una pandemia porque causa mucho dolor y en muchos casos, la muerte. Sufren las familias, las parejas y los hijos se llenan de frustración. Muchas veces esta situación los lleva a dejar el hogar, por lo que se convierten en niños de la calle y allí se exponen a adquirir vicios. Las niñas se convierten en madres a muy corta edad, adquieren enfermedades venéreas y lo más triste, pueden caer en la delincuencia. Todo esto porque su hogar es un infierno.
Padres, la disciplina es necesaria, pero ejerzámosla sin violencia. Y si nos extralimitamos, pidamos perdón a nuestros hijos. Eso no nos va a ser débiles, por el contrario, ellos sabrán que no se actuó con la intención de lastimarlos. Pero, sobre todo, prodiguémosles mucho amor, entendimiento y comprensión. Trabajemos juntos para crear en el hogar un ambiente de armonía.
Un día, cuando lleguen a la edad adulta, tendrán el recuerdo de un hogar cálido, hermoso y sin violencia. Entonces ellos podrán decir como el escritor de un hermoso canto: “No hay sitio bajo el cielo más dulce que el hogar”. ¡Digamos NO a la violencia!
Nosotros | Publicidad | Suscripciones | Contacto | Aviso de Privacidad
Reservados todos los derechos 2024 |