Con una larga historia en el puerto de Veracruz, el tradicional barrio de la Huaca, hasta la época moderna identifica a todo un pueblo en diversas etapas con el paso del tiempo.
Las historias perdidas, que se guardan en el recuerdo de la gente, en sus famosos patios que albergaron a los caseríos de madera, que se niegan a sucumbir al paso de los años.
Una parte de la tradición en el barrio de la Huaca, de toda una época la forjó un brasileño Inolvidable, que se hizo un veracruzano emblemático con el legado de la batucada y la samba del Carnaval de Río de Janeiro.
Se trató del señor Sugar Machado, que impulsó a los jóvenes del barrio de la Huaca en los años sesentas a bailar la samba con destreza y a tocar los complicados instrumentos de la batucada a un estilo como en Brasil.
Todos los instrumentos musicales de la batucada, enseñó a hacerlos de forma artesanal, y la tradición del carnaval de Río, logró quedarse aquí, como una cultura brasileira al estilo jarocho.
En igual Forma, preparó a los jóvenes de aquella época a bailar samba al ritmo de la batucada.
En uno de sus viajes a Brasil lamentablemente Sugar murió, y dejó el legado a los jóvenes de aquella época.
La samba en el barrio de la Huaca, alcanzó una similitud del ritmo, que ya tiene más de 50 años como toda una tradición en los carnavales de Veracruz con sus vistosas comparsas.
Sugar, en todas las fiestas se unía a los músicos y disfrutaba de cantar Tristeza y Brasil, en portugués y acá se quedaron para siempre como parte de nuestra cultura.
Sigue la tradición muchos años después, y hasta la fecha samba y batucada son parte de una cultura arraigada que se ha ido hasta superando y en Veracruz se dio el auge.
Toda la tradición, se acuñó para siempre en estás tierras, la esencia de Río de Janeiro en Veracruz perdura al paso de los años en el carnaval calificado como “el más alegre del mundo”.
La herencia, que de los inicios de samba y batucada, hoy siguen vigentes, después de varias generaciones.
Las batucadas y la samba, cada año se preparan con elegantes atuendos con más intensidad, para darle el colorido de Brasil al carnaval de Veracruz, y siempre las distintas agrupaciones se presentan cada año con un éxito inigualable y de elevada competencia.
Al igual que las enchiladas de mole en el barrio de la Huaca, son parte de la tradición.
Las mujeres forjadoras del barrio y la esencia de las familias en esa época.
El sentimiento de unión y solidaridad entre todos, muy característico de la gente en el barrio de la Huaca.
El sabor del mejor mole, nunca antes degustado.
En una fonda sirvieron las enchiladas clásicas, después de los rosarios del novenario.
Al final doña Carmen, pidió una micha -pan de sal- para terminar con el último residuo del exquisito mole, que su aroma inundaba el ambiente y que marcó para siempre.
Después, el regreso en tranvía y sentir el vaivén del movimiento y la fresca brisa del mar.
En aquel tiempo, en las casas del barrio se dormía con las puertas y ventanas abiertas. Los moscos eran poca cosa y ni se sentían por la cercanía del mar.
El aire acondicionado no se conocía y en las casas, tampoco se tenían ventiladores, que era un lujo de ricos.
La gente disfrutaba de platicar en los sillones tlacotalpeños en las banquetas, afuera de las viviendas de madera, para no sentir el calor del verano.
Las pláticas con la familia y los vecinos, se disfrutaban con las leyendas de la Condesa de Malibrán los duendes o chaneques, las brujas y las historias de los personajes del famoso caciquismo de la región, de las balas y los pleitos de cantinas de esos tiempos difíciles, que eran parte de las leyendas populares.
En las noches, escuchar las crónicas de béisbol por la radio con Sergio Morales Ortiz, fueron parte de la reunión familiar cada noche
Pagar el boleto para ir al estadio, era imposible para la economía de las familias.
Pero, con destreza Sergio Morales Ortiz, hacía con su emotiva crónica, hasta casi ver la pelota con la imaginación y transportar a la gente hasta el Deportivo Veracruzano en los juegos del Águila, con Al Pinston y Rogelio “el Borrego” Alvarez, los grandes jonroneros sensación del momento.
Al final del partido siempre se despidió con su frase “y por favor traten de ser felices”.
Los chamacos jugaban fútbol en las calles empedradas con la amenaza de la llegada de la “Julia” una camioneta de color azul marino de la policía municipal de Veracruz, que en una época en tiempos del alcalde Juan Maldonado, usaron uniforme azul con blanco y hasta portaban el casco de la policía británica, que alguien diseñó en fibra de vidrio.
Los niños y jóvenes que buscaban emular al futbolista icónico en estos lares Luis “el Pirata” Fuente, jugando todo el día en la calle.
Aunque la policía, no los dejaba jugar en la vía pública, con aquellas porterías, que eran dos piedras (chinos) de referencia para marcar los goles. Y jugar hasta casi la media noche.
Los niños podían jugar con un patín del diablo, un carretón de baleros y divertirse también a las escondidas, la roña o los encantados, en la calle sin problema.
Las calles eran seguras, por la Huaca no llegaban vagos, ni bandidos, y los niños y jóvenes jugaban a la vista de los adultos al trompo, las canicas y el balero.
En las noches llegaba la Poli, en sus rondines, para que no se jugará en las calles hasta altas horas de la noche, y siempre con el temor de recibir una corrediza de los vecinos “con balas frías”, era a lo que se exponían, en un barrio protector e impenetrable del mal.
Poca gente desconocida, se atrevía a caminar por sus calles y ahí la expresión del barrio “bravo” de la Huaca.
Después con los años, fueron desapareciendo las casitas de madera y los patios de vecindad. Otros migraron a una construcción de material.
En varias administraciones municipales, se han dado a la tarea de conservación y del rescate de las casitas emblema del barrio de la Huaca, que por dentro contaban con un tapanco, que era una única recámara en lo alto para los jefes de la casa. Y todo los demás era un lugar pequeño y acogedor.
Los demás miembros de la familia dormían en el suelo, en catres o hamacas.
Los baños eran comunes y los lavaderos, en igual forma, las señoras compartían y departían la pileta del lavado de la ropa que se tendía al sol en mecates y elevados con las palancas de madera.
La Huaca, hoy en día sigue sobreviviendo al paso del tiempo y muchos artistas han venido a filmar películas famosas y videoclips como Alejandro Sanz. Ándale. Así las cosas.
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