Hay un antiguo dicho que escuché de niño: “Ni tanto que queme al santo, ni tanto que no lo alumbre”. Con esto nos advertían del riesgo de caer en los extremos.
El Poder Ejecutivo necesita ser fuerte y capaz para poder gobernar, pero al mismo tiempo requiere tener límites y contrapesos para poder hacerlo bien y no caer en una dictadura. Un Poder Ejecutivo con un Congreso mayoritariamente opositor, difícilmente puede lograr acuerdos para avanzar, ya que por mezquindad política el Poder Legislativo se opondrá a todo o a casi todo lo que el Ejecutivo proponga. Esto ya pasó en la época de FOX.
Por eso requerimos mantener los equilibrios entre los tres poderes para llevar al país hacia un futuro promisorio. Un congreso plural, obligará al Ejecutivo a negociar y por lo tanto a gobernar mejor, sin caer en extremos ni ocurrencias.
Con la idea de abarcar y controlar todo, el actual presidente y su partido han logrado obtener un triunfo arrollador en las pasadas elecciones, no tanto porque hayan dado buenos resultados, sino porque existe la polarización y el encono social impulsados desde la mañanera y también por las enormes cantidades de dinero entregadas a los más necesitados, disfrazadas de programas sociales que endeudan al país y no sacan a nadie de la pobreza, sino que mantienen a muchos cautivos de la dádiva.
Subrayo que el mejor y más efectivo programa social para combatir la pobreza es el empleo bien pagado y este solamente se logra mediante inversión, educación, tecnología de punta y certeza jurídica.
En las pasadas elecciones, el Ejecutivo Federal impuso a su candidata y se metió de lleno a la elección. El resultado fue una votación abrumadora a favor de MORENA que le permite al Poder Ejecutivo controlar al Legislativo.
Solo hay escollo para sus planes. La autonomía del Poder Judicial quien tiene por misión impedir que se viole la Constitución. Por lo tanto, se convierte en un estorbo para que la 4 T pueda hacer todo lo que guste y mande.
Para quitarlo de en medio o controlarlo, se ha atacado un día sí y otro también al Poder Judicial, acusándolo de corrupción y de estar al servicio de los poderosos.
Incluso a marchas forzadas este fin de semana se pretende hacer una consulta popular, para ver qué dice el pueblo bueno y sabio sobre la Suprema Corte. Lo más seguro es que vote a favor de cambiarla, porque efectivamente tiene puntos que mejorar.
Pero una cosa es mejorarla y otra muy distinta arrasar con ella como en el fondo pretenden.
Dado que las consultas pueden manipularse a través de preguntas amañadas y así lograr que los jueces y ministros sean electos por la ciudadanía, puedo casi adivinar que al cambiar la Ley intentarán demoler el último dique que impide los abusos de los gobernantes.
Por cierto, para ser ministro de la Suprema Corte de Justicia los aspirantes requieren contar con una vasta experiencia basada en amplios conocimientos técnico-jurídicos y no políticos.
Si van a ser electos los jueces, magistrados y ministros, pregunto: ¿qué partido los va a apoyar, cuánto costarán las campañas y quién las pagará?. ¿Cuánto gastarán en la votación respectiva?. ¿Quién examinará a los candidatos, para que demuestren sus conocimientos y experiencia?, evitando que se repita el triste caso de la ministra Lenia Batres, quien llegó al cargo cobijada por el Presidente, pero sin tener los conocimientos necesarios para desempeñar decorosamente el cargo.
Con los programas sociales y la promoción de los Siervos de la Nación, los candidatos que proponga MORENA para esos cargos ganarán de calle y la justicia se politizará.
Yo estoy de acuerdo que el Poder Judicial se modernice, se vuelva más eficiente y se erradiquen los casos de corrupción y nepotismo que pudieran existir.
Pero pretender demoler a la Corte es como talar un árbol que da fruto, en lugar de podarlo.
Se acabarían los contrapesos y el riesgo de que padeciéramos una dictadura, aumentaría.
Los alcaldes, gobernadores, diputados, senadores y hasta los presidentes de la república son electos por la ciudadanía y sin embargo, en muchos casos, la incompetencia y la corrupción no han desaparecido. Y es que el hecho de que sean o no electos por el pueblo no los hace más honrados, ni más competentes.
¿Quién nos garantiza que eligiendo a los jueces, magistrados y ministros se acabará con la corrupción?
La verdad es que nadie puede garantizarnos nada y al eliminar los contrapesos incómodos para el Ejecutivo, corremos el riesgo de caer en un gobierno arbitrario, resultando así peor el remedio que la enfermedad que tratamos de curar.
No todos los cambios radicales e improvisados funcionan bien. Ahí tienen al Seguro Popular que con todas sus deficiencias daba resultados y atendía a los más pobres del país. Lo sustituyeron por el INSABI que jamás funcionó y nos costó un ojo de la cara sostenerlo. Tuvieron que desaparecerlo para no verse obligados a rendir cuentas de todo lo que gastaron.
Veremos qué pasa.
¿No les parece a ustedes?
Muchas gracias y buen fin de semana.
Nosotros | Publicidad | Suscripciones | Contacto | Aviso de Privacidad
Reservados todos los derechos 2024 |