Alejandro Dugin destaca que la nueva presidencia de Putin representa una fase crucial en la historia de Rusia, especialmente en términos ideológicos y geopolíticos. En un contexto de creciente confrontación con Occidente, que él describe como un conflicto cultural y de valores, argumenta que la guerra en Ucrania es más que una lucha por intereses nacionales; es una batalla entre sistemas de valores opuestos.
Identifica que Occidente promueve una serie de falsos valores que incluye el individualismo absoluto, políticas LGBT y de género, cosmopolitismo, cultura de cancelación, posthumanismo, inmigración sin restricciones, destrucción de identidades, teoría crítica de la raza, y una filosofía posmoderna relativista y nihilista "Dios ha muerto". Según él, estos valores son defendidos de manera agresiva y resultan en la censura de la historia, prohibición de libros y obras de arte, y hasta en la edición de la Biblia para evitar ofensas por motivos étnicos y religiosos. Además, señala el avance de la inteligencia artificial y su potencial gobernanza como un paso hacia la Singularidad.
En contraposición, Rusia, defiende valores tradicionales que incluyen: Identidad colectiva contra individualismo, Patriotismo contra cosmopolitismo, familia sana contra la legalización de las perversiones, religión contra el nihilismo, el materialismo y el relativismo, La humanidad contra los experimentos posthumanos, la Identidad orgánica contra su decadencia y la verdad histórica contra la cultura de la cancelación.
Esto hace que el conflicto en Ucrania, donde estas dos civilizaciones chocaron en una feroz batalla decisiva, sea mucho más que un conflicto de intereses ordinario. Es cierto que existe un conflicto de intereses, pero ese no es el punto principal. El punto principal es que dos modelos de mayor desarrollo de la humanidad han entrado en conflicto: el rumbo liberal, globalizado y antitradicional del Occidente moderno o el rumbo alternativo, multipolar y policéntrico de preservación de la tradición y los valores.
Un mundo multipolar, al que Rusia declaró su lealtad durante la etapa anterior del gobierno de Putin, sólo tiene sentido si reconocemos cada polo. Cada cultura (tal como está representada hoy en los BRICS) tiene derecho a su propia identidad, tradición y sistema de valores. La multipolaridad adquiere sentido y se justifica si partimos de la multiplicidad de culturas existentes y reconocemos su derecho a mantener su identidad.
El 7 de mayo, el periódico británico The Mirror calificó diez palabras del discurso de toma de posesión del presidente Putin como una "amenaza escalofriante para Occidente". Esas palabras fueron: "El destino de Rusia lo determinaremos sólo nosotros mismos". Occidente toma cualquier atisbo de soberanía como una declaración de guerra.
Cada cultura tiene sus propios valores tradicionales. Todos ellos están bajo el ataque de una cultura agresiva, intolerante, engañosa y perversa, que está librando una guerra despiadada contra todas las tradiciones.
¡Esa es la verdadera Guerra que Rusia libra contra Occidente!
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