De todas las definiciones que me ha tocado ver, la que más me gusta es la de la madre Teresa de Calcuta: Da hasta que te duela. A mí me gusta el siguiente ejemplo: te sirven una orden de 4 enchiladas y hay alguien con hambre cerca de ti. Si comes hasta saciarte, te sobra una y se la das, no es filantropía. Pero si compartes una antes de comer el resto, sí lo es. Es decir, dar de lo que tienes, no de lo que te sobra.
La filantropía, que se hace con el objetivo de conseguir éxito económico, deja de serlo, ya que su definición es la inversión desinteresada de recursos para intentar mejorar la comunidad.
Si piensas que has recibido amplias bendiciones en la vida y en agradecimiento, quieres ayudar a los demás, pero no sabes cómo, sigue leyendo. Si no, te sugiero saltar el artículo.
Según un estudio de Charities Aid Foundation (2016) donde compara el porcentaje de donaciones personales sobre el producto interno bruto de diferentes países, México ocupa el último lugar de 24 países analizados. Este indicador de filantropía es 48 y 12 veces más alto en Estados Unidos y en India que en México.
La cultura filantrópica en el país está en pañales y lo más triste es que existe una correlación entre la riqueza de los países y el desarrollo de la cultura filantrópica.
Con niveles de 36.3% de pobreza y un 7.1% de pobreza extrema, México enfrenta desafíos considerables. Pobreza extrema implica que no cuentan con tres o más de los siguientes criterios a nivel básico: alimentación, salud, seguridad social, vivienda, servicios primarios o educación.
Hay buenas noticias. A partir de la pandemia, existe una mayor conciencia social, generando que las donaciones se hayan incrementado a nivel mundial. Inclusive un estudio publicado en Giving USA, nos enseña que la filantropía ha crecido considerablemente en los grupos de población más joven.
Hoy podemos opinar o tomar acción. Quizá pienses que no cuentes con gran recurso económico o lo que puedes apoyar no es mucho, pero créeme que hay muchas formas: con tu conocimiento, tiempo, esfuerzo, puedes ser parte de un gran cambio. No volteemos para otro lado, nos toca a nosotros.
Personalmente, junto con varios amigos, iniciamos serfilantropo.org, donde juntamos recursos para apoyar diferentes causas, ese pudiera ser un buen primer paso. En mi experiencia en filantropía, he conocido personas y fundaciones maravillosas. Con su talento y trabajo hacen que cada peso que reciben se convierta en diez, de tal manera que una operación de corazón para niños sin acceso a servicios médicos que costaría 2 millones, se logra con 200 mil. Lo mismo con fundaciones que proveen educación profesional a jóvenes muy talentosos que de otra manera hubieran tenido que trabajar informalmente para subsistir.
Ser generoso es consecuencia de ser agradecido. Al agradecer le dices a tu mente que estás bien y ese pensamiento genera una serie de reacciones positivas en tu mente como los neurotransmisores oxitocina y serotonina. Por lo tanto, te sientes en confianza, vinculado a los demás y en paz contigo mismo. Eso te hace pensar, con claridad, bajar el estrés, activar tu sistema inmunológico y generar nuevas conexiones neuronales. Todo esto te ayudará a conseguir lo que te propongas con mayor probabilidad.
Si quieres ser más feliz, vivir más tiempo, ser parte de un país más desarrollado, ser más exitoso, conviértete en filántropo. Si lo dejas para una “mejor ocasión”, muy probablemente NUNCA lo hagas. ¡Empieza ya!
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