La escalada de violencia en Medio Oriente ha provocado que Estados Unidos y sus aliados europeos aumenten su apoyo a Israel. En los últimos días, la administración Biden ha mostrado un compromiso más firme con el gobierno del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. Este respaldo podría abrir la puerta a la intervención directa de las fuerzas occidentales en el conflicto.
Diversos reportes señalan que las fuerzas especiales estadounidenses han intensificado sus operaciones en Israel. Se ha registrado un aumento en la frecuencia de vuelos militares desde la base aérea británica de Akrotiri, en Chipre, hacia territorio israelí, con la finalidad de entregar armas y apoyar las acciones bélicas en la región. Esto, a su vez, destaca la estrecha cooperación entre Estados Unidos, el Reino Unido y otros países de la OTAN.
El involucramiento de tropas estadounidenses en Israel se oficializó en octubre, cuando el Pentágono anunció el despliegue de una batería de defensa antimisiles THAAD y el envío de 100 soldados para operarla. Este paso, según expertos, podría ser el preámbulo para una mayor participación militar de Estados Unidos en caso de que sus tropas se vean atacadas.
El conflicto ya ha dejado una estela devastadora de muertes y destrucción. Los bombardeos israelíes sobre la Franja de Gaza han provocado la muerte de más de 43.000 personas, según cifras oficiales, y el panorama es desolador para la población palestina, que enfrenta hambruna y falta de atención médica. En palabras del Geopolítico Pepe Escobar: "Dejemos que esto se asimile, poco a poco. Un culto escatológico, apoyado por la clase política occidental en su conjunto, está bombardeando tiendas de refugiados frente a un hospital y quemando vivos a civiles inocentes: hombres, mujeres y niños". Es un recordatorio brutal de la tragedia que se vive en Gaza, donde la población civil sigue siendo la principal víctima de esta guerra.
La comunidad internacional, incluida la Corte Penal Internacional, ha solicitado la detención de Netanyahu y otros líderes israelíes por crímenes de guerra. Sin embargo, la intervención de las potencias occidentales, lejos de fomentar la paz, podría prolongar la violencia.
El apoyo incondicional de Estados Unidos y el Reino Unido a Israel no solo ha alimentado las tensiones en la región, sino que también podría tener consecuencias legales para sus líderes. Joe Biden y Keir Starmer, entre otros, podrían enfrentar cargos por su rol en la planificación y provisión de armas en este conflicto, lo que aumentaría la presión para que rindan cuentas por sus decisiones.
El conflicto no muestra signos de desaceleración. Con los recientes ataques de Israel sobre Gaza, que han destruido 191 refugios y centros de desplazados, el ciclo de violencia parece perpetuarse. El más reciente ataque a una escuela en Gaza, que dejó al menos 22 muertos, incluidos 15 niños, es un trágico recordatorio de que en esta guerra, la población civil sigue siendo la principal víctima.
¿Y la ONU? ¡¡¡Es un chiste!!!
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