El suelo productivo es el fundamento de la agricultura perdurable sin la cual no puede haber prosperidad ni progreso”. Hugh Hammond Bennet.
Desde hace ya 58 años, cada 7 de julio se celebra el Día de la Conservación del Suelo, en memoria del Dr. Hugh Hammond Bennet, científico estadounidense que dedicó su carrera a la investigación sobre el efecto de la calidad de la tierra sobre su capacidad productiva, y quien siendo director del Servicio de Conservación del Suelo logró cambiar la mentalidad de los agricultores, fomentando su conservación mediante el empleo de nuevas técnicas y formas de cultivo, que protegían y preservaban su fertilidad.
El suelo es un componente fundamental para el desarrollo forestal, agrícola, la sostenibilidad ecológica y para muchos servicios ecosistémicos esenciales.
A pesar de que el deterioro de la superficie terrestre constituye una problemática cuyos efectos afectan de forma negativa a todo el medio ambiente, es en el ámbito de la agricultura donde se centra buena parte de los esfuerzos para evitar esta degradación. Las malas prácticas agrícolas son las responsables de una sobreexplotación de los terrenos, que deja el suelo en unas condiciones que lo hacen más susceptible y vulnerable a la erosión. También numerosas acciones como la tala incontrolada de árboles, las quemas descontroladas y agresivas o el uso continuo y excesivo de abonos y fertilizantes artificiales, pueden provocar un alto grado de erosión y con ello un empobrecimiento de un componente tan básico para la vida como es el suelo.
El término conservación no se aplicaba en relación al suelo, no existía una conciencia como tal acerca de su importancia. El suelo es un sistema complejo en el que ocurren numerosos procesos químicos, físicos y biológicos para la vida misma, su uso irracional genera una alteración de sus propiedades que puede hacer que pierda parcial o totalmente la capacidad de cumplir con su función.
Si no se realiza una conservación del suelo eficaz y urgente, la sostenibilidad de los ecosistemas agrícolas y la productividad de la tierra podrían verse gravemente alterados. La degradación del suelo afecta a 1,900 millones de hectáreas a nivel global, de las cuales el 65% corresponde a los efectos de la erosión.
Uno de los objetivos para conmemorar este día consiste en evitar su destrucción, así como difundir acciones para regenerar todos aquellos lugares del mundo que se han visto demasiado erosionados y empobrecidos. Por lo tanto, las acciones de cuidado del suelo no deben acabar en el Día Internacional de la Conservación del Suelo. Las acciones colectivas e individuales deben actuar de manera conjunta para mitigar los efectos del cambio climático sobre el suelo y el planeta.
La concientización social es primordial para conservar y proteger el suelo, la mayoría de las veces que nos planteamos la existencia de un problema medioambiental acabamos concluyendo que somos la especie más autodestructiva de la Tierra, pero al paso que vamos, no solo desapareceremos nosotros, nuestro legado será un planeta muerto; es esencial y de vital importancia que todos los habitantes del planeta aprendamos a cuidar y respetar el entorno en el que vivimos.
#CambiaUnaAcciónCambiaTodo.
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