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31 de mayo del 2025
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Por Enrique Haro Belchez
Columna:

El mundo al límite por la contaminación plástica

2025-05-31 | 07:12 a.m.
El mundo al límite por la contaminación plástica
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El próximo 5 de junio el planeta celebra una vez más el Día Mundial del Medio Ambiente, una fecha establecida por la Organización de las Naciones Unidas para movilizar la conciencia global sobre los desafíos ecológicos más apremiantes. Este año 2025, el lema que guía las actividades internacionales es "Sin contaminación por plásticos", una consigna que apunta directamente a una de las crisis ambientales más severas, persistentes y visibles de nuestra era.

El plástico ha transformado profundamente la sociedad moderna, ha desatado un problema de dimensiones alarmantes, desde la industria alimentaria hasta la medicina, su durabilidad y su uso desmedido han generado consecuencias catastróficas. De acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), se producen más de 400 millones de toneladas de plástico al año, de las cuales al menos 14 millones acaban en los ecosistemas marinos, afectando directamente a más de 800 especies.

A esta situación se suma un fenómeno cada vez más preocupante: los microplásticos, fragmentos minúsculos de plástico de menos de 5 mm, que ya han sido detectados en el agua potable, el aire y el cuerpo humano.

Los plásticos no desaparecen, se fragmentan y persisten durante siglos. Al ser ingeridos por peces, aves y mamíferos marinos, entran en la cadena alimentaria, con efectos tóxicos que pueden llegar hasta los seres humanos.

Estudios recientes de la Universidad de Ámsterdam han confirmado su presencia en muestras de sangre, lo que plantea serias interrogantes sobre sus efectos en la salud pública, incluyendo posibles alteraciones endocrinas, respiratorias y metabólicas.

Frente a este panorama, el Día Mundial del Medio Ambiente 2025 busca generar respuestas colectivas y políticas públicas que apunten a la reducción de plásticos de un solo uso, el fortalecimiento de sistemas de reciclaje y la promoción de materiales alternativos biodegradables. La solución no es únicamente técnica, implica también un cambio profundo en los patrones de producción y consumo.

Algunos países de América Latina han dado pasos significativos. En México, varias entidades federativas han prohibido la distribución de bolsas y popotes de plástico. En Chile, por su parte, obligan a las empresas a gestionar sus residuos. Sin embargo, el desafío sigue siendo global.

Cabe destacar que la producción de plástico está estrechamente vinculada al uso de combustibles fósiles, por lo que reducir su presencia en la economía también tiene beneficios directos para combatir el cambio climático. Menos plástico significa menos extracción de petróleo, menos emisiones y menor presión sobre los ecosistemas.

La evidencia es clara, el mundo no puede esperar más, la lucha contra la contaminación plástica es una necesidad vital, no es solo una tarea ecológica, sino también ética y sanitaria, millones de personas reclaman soluciones inmediatas para detener el deterioro ambiental que amenaza la biodiversidad y nuestra propia salud. Gobiernos, industrias y ciudadanos deben asumir su responsabilidad. Solo así será posible garantizar un futuro habitable y sano para las próximas generaciones.

Como humanidad, debemos decidir si queremos un planeta repleto de vida o cubierto de desechos.

#CambiaUnaAcciónCambiaTodo.


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