El reciente cambio de gobierno en nuestro país ha dado origen a opiniones encontradas basadas en distintas expectativas. Mientras para algunos las cosas seguirán igual, para otro grupo mejorarán y no faltan los que afirman que nos irá peor.
Incluso hay quienes, basados en un optimismo desbordado, que más bien tiene tintes de servilismo o simplemente de andar de queda bien, ya hablan maravillas de quien hace unos días tomó posesión del cargo y que como es natural apenas está organizando su administración, rodeada de los suyos y de quienes le fueron impuestos como cuñas por quién terminó su encargo, pero se desconoce hasta ahora si desde su retiro intentará seguir mandando.
Como es difícil predecir el futuro o hacerle al adivino, yo sugiero concederle a esta administración el beneficio de la duda, esperando que haga un buen papel, promueva la unidad, destierre el divisionismo y sobre todo atienda lo prioritario, antes que lo superfluo.
Incluso sugiero que revise su lista de ofrecimientos porque no hay dinero para hacer todo lo prometido.
La anterior administración arrasó con lo que había disponible. Acabó con el FONDEN, con el fondo de estabilización, con los recursos que había en los fideicomisos y además sobre endeudó al país a tal grado que el actual gobierno, para poder iniciar labores acaba de solicitar un préstamo de 18 mil millones de dólares, porque le dejaron las arcas vacías.
Por eso considero que antes de ofrecer más ayudas sociales y otorgar más becas, hay que revisar a conciencia con cuánto dinero se cuenta y qué debe hacerse para atender lo elemental. La infraestructura del país fue desatendida, los hospitales requieren mantenimiento urgente, equipamiento en buen estado y sobre todo medicinas.
Por otro lado, el nivel educativo debe mejorarse. La ciencia, las matemáticas y el inglés fueron relegados y sustituidos en buena parte por ideología socialista. Así no podemos ser competitivos.
El ofrecer trenes de pasajeros que nadie ha pedido y que ni siquiera cuentan con un estudio de factibilidad para ver si son rentables, puede resultar un salto al vacío tomando en cuenta que los presupuestos iniciales siempre se duplican o triplican, ya sea por falta de planeación, incapacidad o porque a río revuelto ganancia de pescadores; léanse funcionarios y políticos corruptos. Es más, ni siquiera sabemos si la gente está dispuesta a viajar 12 horas en tren de Veracruz a la CDMX cuando existen líneas de autobuses y aéreas que dan el servicio con comodidad, rapidez, frecuencia de salidas y además precios competitivos.
Por otro lado, sugiero precaución con los incrementos salariales que ya se empiezan a manejar para enero. Subirlos por conveniencias políticas, sin ver los efectos que tales incrementos ocasionarán en una economía que va en picada, (es muy probable que entremos en recesión), sólo provocarán más inflación y la devaluación de nuestra moneda. Al final la gente tendrá más dinero en la cartera, pero podrá comprar menos cosas porque todo subirá de precio. Hasta ahora pocos han entendido que cualquier incremento de costos sin mejorar antes la productividad es definitivamente inflacionario.
A estas alturas, la gente ya debió haber aprendido la lección y no debía dejarse engañar.
Respecto a lo impuestos también necesitamos mesura. Subirle los impuestos a los mismos de siempre solo generará evasión fiscal, contracción económica y alza de precios. El gobierno actual debe empezar por cobrarle impuestos a quienes no los pagan y también usar el dinero del presupuesto con sentido común y moderación.
Andar regalando dinero a otras naciones además de nuestro petróleo, solo agrava más la situación de México. Darle “ayudas” a quienes no trabajan genera votos y simpatías temporales, pero también fomenta la flojera y les quita a muchos la necesidad de trabajar. No objeto la ayuda a los discapacitados y ancianitos, pero darles a todos por igual es despilfarro y también cargarle más la mano a quienes si trabajamos y producimos. De nosotros mismos salen los recursos para pagar los programas sociales. No salen de los bolsillos de los políticos ni nos los envían los extraterrestres.
Apagada un poco la euforia del triunfalismo alimentada por quienes sin tener las capacidades necesarias recibieron de regalo un “hueso” y brincan de gusto, hay que abrirle la puerta a la sensatez, a la moderación, a la realidad y cerrársela al enfrentamiento, al divisionismo y al despilfarro.
Es tiempo de reflexión y de trabajo productivo duro. El horno no está para bollos.
¿No les parece a Ustedes?
Muchas gracias y buen fin de semana.
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