De los últimos diez gobernadores de Veracruz, sólo Fernando Gutiérrez Barrios y Fidel Herrera Beltrán han sido los únicos exmandatarios estatales que de una u otra forma pudieron dejar en Palacio de Gobierno un sucesor de su absoluta confianza.
A los dos años de su administración, en diciembre de 1988, Gutiérrez Barios dejó a su exsecretario de Gobierno, Dante Delgado, como gobernador sustituto para él asumir la Secretaría de Gobernación al inicio de la Presidencia de Carlos Salinas. Y Herrera Beltrán le heredó la gubernatura en 2010 a su exsecretario de Finanzas, Javier Duarte.
En 2018, Miguel Ángel Yunes Linares intentó entregarle el poder a su primogénito Miguel Ángel Yunes Márquez pero fue vencido por Cuitláhuac García, quien fue catapultado por el llamado “efecto López Obrador” y por el voto útil de más de 200 mil priistas y panistas que de última hora decidieron apoyarlo al polarizarse la elección entre la alianza PAN-PRD-MC y Morena.
Otros exgobernadores pretendieron allanarles el camino a excolaboradores y aliados políticos pero finalmente fueron vetados por otros actores y factores de poder. Rafael Murillo Vidal, por ejemplo, vio como a principios de mayo de 1974, de un día para otro, se le cayó la precandidatura a su subsecretario de Gobierno, Manuel Carbonell de la Hoz, para darle paso al entonces diputado federal por Misantla, Rafael Hernández Ochoa.
En 1992 Dante apoyaba a Miguel Alemán Velasco, pero Joseph Marie Córdoba Montoya, poderoso asesor del presidente Salinas de Gortari, impuso al entonces titular de la SEDUE, Patricio Chirinos.
A su vez, el economista nativo de Pánuco había convencido al presidente Ernesto Zedillo, durante una gira a principios de 1997 por el norte de Veracruz, que el candidato del PRI fuera Miguel Ángel Yunes, quien cometió el error de renunciar a la Secretaría de Gobierno para retornar a la dirigencia estatal del partido tricolor a fin de manejar la elección de presidentes municipales de ese año, previa a la sucesión gubernamental. La debacle electoral priista aplastó sus aspiraciones por suceder a Chirinos, dándole la oportunidad al senador Alemán Velasco que encabezaba todas las encuestas como el único precandidato priista que aseguraba retener la gubernatura con una amplia ventaja.
Al término de su administración, Alemán quiso impulsar primero a su secretario de Salud, Mauro Loyo Varela, quien era como su hermano, y luego, ante la inviabilidad de su candidatura, le apostó a Tomás Ruiz González, a la sazón director general de Banobras promovido también por Elba Esther Gordillo. Pero finalmente el candidato fue el senador Fidel Herrera, quien al sexenio siguiente logró imponer a Javier Duarte.
En cambio, en 2016, Duarte no pudo hacer candidato al exdiputado y exalcalde tuxpeño Alberto Silva, y tuvo que dejar pasar al senador Héctor Yunes Landa, quien perdió la elección ante su primo hermano.
Ahora, muchos dudan que el gobernador Cuitláhuac García pueda influir en su sucesión, pero en su círculo más cercano afirman que si no lo dejan elegir candidato, al menos sí podrá ejercer su derecho de veto. Ya veremos a finales del año próximo.
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