En este momento México está viviendo momentos muy complicados de polarización social, qué si no se resuelven con sentido común, apego a las leyes y una gran voluntad conciliadora, el tejido social continuará deteriorándose.
Para revertir esta tendencia, debemos colocar entre todos el interés nacional por encima de los intereses político-partidistas existentes.
Comento lo anterior, porque en un régimen republicano y democrático es necesario mantener la división de poderes y la independencia de éstos para establecer los pesos y contrapesos que generen los equilibrios necesarios y eviten las ocurrencias costosas, los despilfarros, la pérdida de libertades y los abusos de poder.
En México tenemos un sistema donde en la actualidad el Poder Ejecutivo avasalla y controla al Poder Legislativo, por lo que el único dique que nos queda contra el autoritarismo es el Poder Judicial, que desde hace semanas es atacado desde Palacio Nacional un día sí y otro también.
Me preocupa más el hecho de que la virtual candidata de MORENA a la presidencia de la república comienza a anunciar que se necesita hacer una nueva Constitución, para que los ministros de la Suprema Corte de justicia de la Nación sean elegidos mediante el voto popular.
Esta medida, analizada sin detalle ni profundidad, suena hasta acertada. Lo que lamentablemente muchos no alcanzan a comprender, es qué con un cambio constitucional de esta naturaleza, el partido dominante del momento, a través de presiones, dádivas, promesas y propaganda desbordada, impondrá como ministros a personas que le garanticen soluciones favorables e impunidad a los integrantes de su movimiento y les permitan llevar a cabo todas sus ocurrencias, sin ninguna consecuencia legal.
Pero hay algo todavía más grave: Ya encarrerados en los cambios, los legisladores morenistas, cuya mayoría simpatiza con el socialismo, pueden quitar o poner un punto o una coma en los artículos que formarían parte de la nueva constitución, suprimir una palabra y agregar otra envuelta en frases hermosas, donde cambien el sentido de las leyes y cuando nos demos cuenta, podría resultar que la patria potestad de los hijos ya pasó a ser del estado, arrebatándosela a los padres de familia o incluso replanteando el tema de que la tierra pertenece originalmente a la Nación, o sea al gobierno, y como la casa de cualquiera de nosotros estaría asentada sobre una propiedad estatal, ya no resultaría nuestra, sino del gobierno; lo cual nos haría parecernos a Cuba y a Venezuela, no solo en términos legales, sino también de pobreza, pérdida de libertades, marginación y escasez que sufren los habitantes de esas naciones.
Ese es el verdadero peligro que corremos los mexicanos si permitimos que se fracturen los equilibrios legales y constitucionales.
No les parece a Ustedes?.
Muchas gracias y buen fin de semana.
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