Seguro te levantas con mucho ánimo para resolver ese problema que te trae de cabeza, comienzas y ¡zas!, surgen dudas y “obstáculos”…
Lo postergas para otro día. De modo inconsciente aparece una conducta que sabotea lo que tantas veces has tratado de solucionar o llevar cabo, como una profesión, un curso, terminas dejándolo a un lado para ¨pensarlo mejor¨ y nunca ocurre.
El autosabotaje resulta cuando quieres concluir un proyecto que se ha venido aplazando, pero al continuarlo, sin darte cuenta te pones el pie buscándole trabas, inconvenientes, nudos, hasta pensamientos negativos y derrotistas de ti mismo. “El miedo, la indecisión y cubrir expectativas de otros se convierten en argumentos racionales. Las personas se protegen; es más seguro meterse el pie para justificar la falta de cambio, a pretender este y no poder obtener lo que se quiere. A través de este nocivo sentimiento, simplemente no te expones al rechazo o al fracaso; un mecanismo de defensa para no sufrir o exponerse a las burlas, se prefiere el previsible confort del sillón, no de sentirse feliz, sino seguro”, explica la psicóloga social Larisa Montero de la Clínica de Bienestar Emocional.
¡Es mi decisión!
Ese mecanismo de defensa, del que nos habla la psicóloga Montero, incluye tener el control de nuestro “fracaso”. Por ejemplo, si nos cierran la puerta en una empresa, y no analizamos qué sucedió, por qué y qué hacer, con el tiempo nos convencemos de que fue por nuestra propia incapacidad, cuando pudieron ser muchos factores. Preferimos ser quienes nos cerremos la puerta para decirle a los otros: “Fue mi decisión”.
“El autosabotaje es la sombra de todas aquellas circunstancias que cada individuo no asimila ni acepta de él, creencias basadas en fracasos, miedos y opresiones que tal vez vengan de la niñez y adolescencia… Y que nunca fueron localizadas y confrontadas, se han enraizado en la memoria, y aparecen con poder y convencimiento en situaciones específicas de gran responsabilidad, de toma de decisiones”, enfatiza la doctora Larisa.
El miedo es un instinto natural que nos mantiene alertas, el problema es que para muchos esta emoción funciona como el punto de partida en la toma de decisiones… Y este miedo incluye preguntas como: “¿Y si no funciona?”, “¿Y si fracaso?”. Suponemos y hacemos conjeturas.
Tú, tu propio enemigo
Meterte el pie es romperte el tobillo del amor propio… Cuando a pie juntillas dudas de tu capacidad, de tus logros, de tu valor como persona en la sociedad, con tu familia y amigos. Quizás algún traspié te ha convencido de que ni por error te mereces tener, conseguir, hacer, terminar una carrera.
Es el patológico síndrome del impostor, muy complicado de tratar pues la persona es incapaz de aceptar sus logros, que si los tiene los adjudica a la suerte o a que otros le ayudaron.
“El autosabotaje incluye muchos actos inconscientes, inadvertidos, que bastantes personas crean justo en el momento que están a punto de comenzar, continuar o terminar un gran cambio en sus vidas. En la terapia confrontamos a la persona con sus miedos, con su sistema de creencias que otros les han inyectado”, explica nuestra entrevistada.
Ya no te metas el pie. Gran parte de los pensamientos o comportamientos de autosabotaje son hábitos inconscientes. Como todos los hábitos, al hacerlos conscientes dejan de ser hábitos… Y pasan a ser una elección.
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