Llorar, enojarse, tirar la toalla, reír y enseguida nadar en un mar de tristeza, y sentimiento de culpa, son altibajos emocionales a los que todos nos hemos enfrentado alguna vez. Sin embargo, hay quienes se quedan encerrados en ese ciclo, mientras otros logran equilibrar la balanza para seguir.
¿Cuántos no quisiéramos mantener la armonía en momentos de tempestad?
También poder ser estables emocionalmente, sobre todo en situaciones complicadas. Afrontar y asumir los conflictos de modo sereno, moderado, sin perder la paciencia ni los estribos, para de ahí llegar a soluciones favorables que incluyen tolerancia a la frustración y el autocontrol.
¿Cómo lograr ese equilibrio?
• Abre y destila lo que consideres emociones negativas, no las retengas ni te ancles ahí, sino que evalúalas y valídalas con pensamiento optimista y apertura.
• Acepta, no te resignes. Es decir, admite que no eres perfecto, que en la vida hay claroscuros, situaciones y escenarios que suceden de manera inesperada, que no te gustan, y poco puedes hacer para cambiar. Querer cambiar lo que no puedes, te llenará de estrés, frustración y coraje.
• Si eres de los que les gana la impulsividad o el enojo de modo recurrente y con facilidad, busca escapes. Catarsis que puedes lograr con meditación, lecturas, ejercicio, sueño apropiado, y alimentación adecuada.
• Respira lenta y pausadamente cada vez que te enfrentes a un problema o sal al parque a darte un respiro de vida con la madre naturaleza.
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