En la casa, en la escuela, en la calle, en la fiesta, “platicando” con los amigos, comiendo, y hasta durmiendo, el móvil ha pasado de la necesidad a la dependencia más enfermiza.
Con tantas aplicaciones y plataforma resulta difícil despegar la mirada de la pantalla, se torna un placer que conlleva recompensas, al navegar por mares de tanta información, imágenes, hashtags, chats y videos…
Las nuevas tecnologías llegaron para quedarse, y se tornan necesarias para muchas actividades, pero el mal uso o el uso excesivo que muchos hacen de éstas, ha disparado las consultas con los terapeutas y muchos problemas interpersonales con sus seres cercanos.
La adicción al wifi genera en muchas personas algunos síntomas parecidos a los del alcohol o el cigarro, pues los mecanismos que la sustentan, que la activan y que la mantienen son similares:
• Sensación de relajación y placer al usarlo.
• Consumo compulsivo de dispositivos, plataformas y más de 24 horas de uso. El adicto no controla, el móvil mueve los hilos.
• Los hábitos de vida se alteran: familia, trabajo, ejercicio, convivencias, paseos, actividades, rutinas, hobbies que se modifican para pasar más tiempo junto al Smartphone; vivir fuera de él, imposible.
• Olvidarlo en casa crea ansiedad, frustración, irritabilidad, nerviosismo, dolor de estómago y hasta taquicardia.
La adicción al móvil ya es una condición reconocida, y como tal incluye tratamiento médico, de interacción, de terapia individual, y de autocontrol.
Afuera del wifi hay bastante vida, amigos, lecturas, charlas prolongadas. Trata de encontrar un equilibro saludable, o busca ayuda profesional, pues es posible romper con ese ciclo que aísla y daña relaciones.
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